Breve reflexión del tren que recorrió desde San Fernando a Pichilemu
Eran sin duda años y días distintos. La vida pasaba más lenta y con menos prisa. Tengo vagos recuerdos de esos viajes que me trajeron por lo campos de Colchagua surcando pueblos de casas de adobe y caminos de tierra. Le llamaban El Ramal de Pichilemu, era la vía por donde circulaba serpiante el ten que unía la ciudad de San Fernando con el incipiente balneario de la región de O’Higgins; y aunque siempre llegué hasta la estación de Alcones, tuve la dicha de estar en su interior y rodearme de la magia de ese maravilloso entorno.
Historia resumida del Ramal de Pichilemu
La historia cuenta que sus orígenes se remontan hacia el año 1872, llegando hasta la estación de Palmilla, a las afueras de la ciudad de Santa Cruz. En 1893 se logró extender precisamente hasta la estación Alcones, que por esos años era de funcionamiento fundamental pues era también estación terminal y servía para conectar a las comunidades de La Estrella y un lugar llamado por entonces Rosario Lo Solís, conocido hoy como Litueche. Además Alcones tenía tres desvíos más la recta, una tornamesa de inversión, un caballo de agua y un estanque, hoy único vestigio remanente. Alcones dejo de funcionar como estación en 1979, quedando fuera de servicio y sin personal para sus operaciones. Tras el fin del servicio de pasajeros quedó en total abandono.
El objetivo primario y estratégico por aquellos años era unir la capital de Colchagua y el entonces Puerto de Pichilemu, que no era un lugar muy valorado, lo que a juicio de algunos prominentes de la época, no valdría la pena la inversión en una obra de tremenda envergadura. No fue sino hasta 1926 que el coloso pudo llegar hasta la estación de Pichilemu, flamante y glorioso fue recibido por la comunidad, muy distinta a lo que hoy se aprecia, todos si coincidentes en una sola conclusión…”había llegado el progreso a nuestra tierra”.
La Estación de Pichilemu comenzó a construirse en 1925, recogiendo elementos y características propias de esa época, se levanta en madera con muchos elementos decorativos y una arquitectura ecléctica, estéticamente inspirada en residencias de campo.
El Primer Servicio completo del ramal, es decir, desde San Fernando a Pichilemu se concretó el día 6 de enero de 1926 prestando servicios de carga y pasajeros por cerca de 60 de años, su último recorrido fue el 9 de marzo de 1986.
No quiero ahondar mucho en cifras y datos históricos, más bien evocar en la memoria esos años que suelen traer buenos recuerdos y momentos que muchas veces nos hacen saborear días inigualables. Los sonidos, los aromas, los rostros, las vestimentas. La comida, los vendedores, esa capacidad de poder caminar y trasladarse al mismo tiempo, de poder jugar y descubir… solo los que lo vivieron podrán entender la experiencia. El aire entrando por las ventanas, la lentitud de su traslado, el vaivén, sus detenciones y tantas otras características únicas hacen de esos viajes una experiencia única en el tiempo, algo muy distante a volver a experimentar.
El Ramal que comprendía las estaciones de: San Fernando, Manantiales, Placilla, Nancagua, Cunaco, Santa Cruz, Palmilla, Colchagua, Peralillo, Población, Marchigue. Alcones, Cardonal, El Lingue, Larraín Alcalde y Pichilemu, hoy esta abandonado en gran parte de su trayecto y en la mayoría de sus estaciones, el trayect bordea en gran parte la ruta I-90 y se observa con sus rieles y durmientes inexistentes. Quiso ser nuevamente reactivado por la fundación Cardoen y el Tren del Vino, proyecto que se dilató en el tiempo.
Locomotoras a vapor y a petróleo recorrieron el valle y la Cordillera de la Costa de la región de O’Higgins, estrechando distancias y uniendo sentimientos de familias, de trabajadores, de amores que se perdieron en el tiempo; tras su fuerza de tracción sus carros de pasajeros llevaban dentro de sí infinitas historias, distintas realidades de una sociedad que ya no está, ilusiones y esperanzas de nuevos desafío y vidas, dentro de ellos hubo encuentros y desencuentros, amores y olvidos, una forma de vida que un día se durmió para no volver a despertar. Jamás olvidare los días y los viajes abordo de esos trenes, que con ojos de niño vi y sentí sin saber el tremendo tesoro que tenía delante de mí.
Comparto con ustedes un enorme trabajo de investigación que encontré en internet, desarrollado por
Víctor Manuel León Donoso
Catherine Valenzuela Marchant
Voces a toda máquina
Historia social del tren
de San Fernando a Pichilemu (1871-1986)